
La devoción de esos ojos penetra la flacidez del pecho de la muchacha; y bajan… y suben.
Ella, agitada, comienza a volar. Su cabeza vive y no vive la realidad que la encierra. Sus piernas, se juntan y se aprietan cerrando el camino de aquellos ojos inquisidores, mientras sus brazos se despliegan entre las sábanas buscando libertad.
Sigue respirando, comienza a moverse. Su cuerpo transpira, como quitándose peso de encima y siente, por primera vez, la tranquilidad del encierro. Se relaja. Y desde el rincón de la habitación, los intensos ojos continúan mirándola. Quieren sentirla, olerla de cerca. Saborearla. Quieren envolverla en sus brazos, tocar cada parte de su cuerpo. Llevársela.
No se ve la luz, es todo oscuridad, aquella habitación sin ventanas mantiene intacto el clima tenso. Ella no sabe si seguir luchando o dejarse llevar. Abre sus ojos de repente que, exaltados, reflejan la invasión que percibe su cuerpo. No se siente más sola y sabe que ese lugar ya no le corresponde.
De un momento a otro, aquellos ojos intensos que la miran, se apropian de una voz rasposa que le susurra al oído que relaje su cuerpo, que todo va a ser placer.
Ella, afloja su respiración y comienza a relajarse. Quiere sentirse libre, quiere ver la luz. Entonces, con un susurro dulce y entrecortado, entregada plenamente, susurra:
“Cierro mis ojos para verte”.
…Y la muerte comienza a besar su cuerpo desnudo.
:)
ResponderEliminarExcelente!!! Me dejo de cara como Bruce en 6to sentido
ResponderEliminarLuc Pitt
jua